quelindoscuentosescribomientrascamino
En la madrugada, muy de mañana, con el alma allí y aquí, sirvo el agua en la mesa, al lado del vaso. Fracasa la sed y una pequeña habitación se apaga.
Después, otro día, o el mismo, o ayer, lo que falta por comprar sigue sin lugar en la despensa: un bombillo, una vela o una luciérnaga que ilumine el olvido.
Pasa el tiempo y hay un estante que ordena riguroso los pequeños fracasos. Desde fuera un pájaro que observa, se ríe de su intento. Luego vuela libre hacia otra rama.
En uno de sus gabinetes guarda cartas incompletas y un libro sin su capítulo final. Varios dibujos sin su marco esperan inclinados.
Dos fechas se entrecruzan y me encuentran en una esquina solitaria esperando a quien me espera en otra parte.
Pierdo el reloj después de cada baño y la mañana termina al lado de la noche, y la…
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